domingo, 26 de abril de 2015

El Despertar Nº1

En ese entonces, perteneciendo al grupo mudo,
fui los que anidan en la burbuja asustados por un grito.
El mundo era pequeño, un meñique disfrazado de sol y luna,
un latir dañado. El mundo era breve.

De improviso mi atención se convirtió en piedra.
Me miraste y por el torreón cayó sobre mí todo el universo.
Tu ojo fue el martillo que abatió cada paredón.
Sorprendido de la bulla, el mundo fue suelto.

Descubrí;
La mar, el cerro y la estrella del sur que está siempre,
un cielo de astros, una estera tejida para explorarse.
Descubrí;
“La costumbre puede, desterrar a uno de su tierra”.
 
 
 
Andrea Rojas Alfaro

sábado, 25 de abril de 2015

El Despertar Nº2


Aquel día, mi paisaje se tornó muchedumbre.
Fue mi espíritu un niño sin padre ni madre,
sanado por milagro, rodeado de vallas,
rezando por los muertos de punto en punto.
La inmensidad fue un dolor insufrible en el pecho,
como el anuncio de un mal incurable.
La inmensidad fue un constante desmallo de aves
cayendo sobre mí desde el cielo.
Como el gentío era un cauce sin nombre
y yo sin sentirme de las heridas de otro,
me vi sentenciando con mazo de plomo, aplastante.
Hasta que una sombra mía se escapó de un soplo
y se clavó en tu espalda y desangramos todos.
Alguien dio un grito que me dejó sin rostro.
¡Tú!
Tú fuiste en tierra mis ojos
y entonces pude sincerarme de la falta.
Andrea Rojas Alfaro

viernes, 24 de abril de 2015

El Despertar Nº3

Parece que he dormido una noche larga
entonces un mensaje me sacó del sueño.
Tú, me amaste donde no hubo palabras,
curándome de lo más importante.
Vivir fue,
como es caer sobre los contra ríos.
Correr por mal camino hasta por el suelo derramarse.
Vivir fue,
amparar contra el cuerpo al alma mía pálida en frío,
un día soñando, en otra transformarse.
Tú me adelantaste en algo,
me amaste sin palabras.
Parece que he dormido una noche larga
entonces un mensaje me sacó del sueño.
Te amé y me hice visible en el mundo inmenso.
Me volví el diluvio a cántaros, la palabra dulce.
Fui uno a uno con otros, para variar de rumbo.
Vivir fue,
apasionarse de la vida a cada instante,
amarrar a un palo el julepe que me enyesó contra el viento.
Vivir fue,
dejarse ir… y en manos de la confianza, abandonarse.
Vivir.
Un mensaje me sacó del sueño.
Amarte, es comprenderlo todo.
Andrea Rojas Alfaro

jueves, 23 de abril de 2015

La espera resoluta

Vecino,
el caníbal sabe,
corre por el frontón
por el llano cercado.
Nos abraza el cáncer
y quien roba la luz
nuestro aire inspira,
no le aguardemos con miedo.
 
A carreras por las canchas y caminos va quemando
“Cóbrale a él, cóbrale a ella”
pensarás,
en tus últimos conchos de egolatría.
 
Vecino,
dile a tus padres,
que llenaste un cántaro
que ocultaste en tus venas.
Nos abraza el cáncer
y vienen y vamos
pero el dogma es templo,
no habrá sido levantado en vano.
 
Vecino,
el caníbal levantó
peajes de sangre por sus sendas,
cuando nosotros elegimos las hijuelas.
 
Vecino,
no veremos la cosecha tras la siembra,
ni aleluyas esperando en nuestra meta,
pero hubo sueños que dejaron la partida.
 
Campos, cárceles, tierras y mares va devorando
¡Llévalo a él, llévala a ella!
gritarás,
antes del último cejo de agonía.
 
Vecino,
el caníbal sabe,
corre por el frontón
por el llano cercado.
Nos abraza el cáncer
y quien roba la luz
nuestro aire inspira,
no le entreguemos el aliento.
 
Trayectorias y rodeos
darán con cuarteladas
que asumimos como nuestras
en tiempo aquellos.
 
Y el intranquilo perseguidor sabrá…
 
Vecino,
el caníbal sabe,
viene hacia nosotros sabiendo,
que no extirpará nuestro brío
ni aún en las puertas celestiales.
 
 
 
Andrea Rojas Alfaro

miércoles, 22 de abril de 2015

El Descaecimiento

Algunas veces pierdo el rejo.
Perdemos,
el canto desenfrenado.
No me animan los trofeos
ni botines laureados,
ni retumban en mí las ansias,
ni te veo,
ni te llamo
ni las masas mueven mis pasos.
 
Alegrías y malcontentos del pasado
ya no alimentan mis días sin sustancia,
los dejé caer atrás en la marcha
que renombré; “calvario”
 
Ánimo ha perdido
el sueño esperanzador y esperanzado.
Y les digo;
“Algunas pierdo el rejo
como mártir acribillado”.
 
“Fuerza;
dame tus palabras vibrantes
tu erario de poesía.
Donde el testimoniero plantó una duda
planta tú mil garantías,
cuando mi infortunado abandone la lucha
re-estremece mi vida”
 
Algunas veces pierdo el rejo.
Perdemos.
A las secuelas del ir y venir nos entregamos.
Algunas veces voy y regreso
por las escalas del descalabro,
piso en falso el derrocadero
huérfano del aliento de tus labios.
Me dijeron;
“Amada, has perdido a tu amado”.
No veas el alud de mi todo
desasido cuesta abajo,
mi vivir áspero,
mi espíritu desvanecido.
 
Algunas veces pierdo el rejo.
Perdemos,
el canto desenfrenado,
“el grito”
el desgarrado frenesí convicto.
 
¡Oh fuerza!
Estrella en mí tu erario de poesía
y el desagravio
y afina todas mis melodías.
Vuelve con la intensificación de todo mi ser
penetrante, vivo y extremado.
Hoy digo adiós al infortunado.
Re-estremece mi vida.
 
 
Andrea Rojas Alfaro

martes, 21 de abril de 2015

El Relego

Corazón furioso
si no me extrañas, dime;
¿Me has visto re florar en tus campos, o solo el invierno?
Al voltear tu amo desalojaba los lares.
No dejaste ni una sola luz para mí.
No viste más mi retrato diáfano en tus profundidades.
 
Me encaminé a tu gruta para consultarte;
¿No viste más mis bienes? ¿Sólo mis males?
¿O dejaste por la ruta abandonados todos mis memoriales?
 
Corazón poseído
sin perdón me dejaste.
Rendida a tu razón y a tu mano cruda,
que no aprieta ninguna de mis paces.
¡Que ni el aire aprieta!
Corazón poseído,
y si no me extrañas, dime
¿Por qué tu peso frío sobre mi tan frágil?
Para qué esa carga sobre el mundo, dime.
Para qué otra mártir.
¡Despierta!
 
 
Andrea Rojas Alfaro

El Magín Insurrecto


¡Son miles!
Palas y badilas
laborando en el sonsacamiento,
ídem a mis libros son,
(fueron)
“Saben”
de la manifestación del pensamiento.
Exhuman ideas
a las que nadie más llega,
a ritmo de chasquidos, hierro y suelo.
Ya vienen,
abrázame, y amparemos nuestras certezas.

Ellos barrerán nuestras creencias recluidas,
ellos la verdad anhelan, desterrada,
ellos el mortero.
Nosotros, la esencia de nuestra tierra
apisonada.

¡Son miles!
lenguas populares
balbuceando las buenas nuevas,
símiles a mis libros son,
(siguen siendo)
Nunca fueron escuchadas aquellas
pobres voces torturadas por cualquiera.
Las visten con drogas
para ensuciar el verso
para repodrir la palabra.
Ya vienen,
será tiempo de perdernos entre las masas.

Ellos querrán ver las huelgas sombrearse,
ellos esperan dar el golpe !Oh mejillas sanguificadas!
ellos la mordaza.
Nosotros, la lengua que vive delirante
siendo acallada.


“Al despertar
revelaciones y revoluciones y levantamientos
asignación entregada al buen lector.
Mis libros a este tenor
como santo de iglesia
saben, la homilía de tantos
consumidos por la flema…"

¡Son miles!
Caminantes.
Tropas sin pies movidas por la insurrección.
Comparables a mis libros son,
(seguirán siendo)
“Traen”
plasmada la lumbrera furente en cada estandarte.
¡Ya vienen!
Salgamos de esta nulidad sin dar tregua.

Ellos intentarán guiar nuestras batallas,
ellos cabecillas del embuste diplomático,
ellos los demonios
-Venerados-
Nosotros, la guerra humana,
carne de cañón desatados.
 
 
Andrea R.A.

domingo, 19 de abril de 2015

El hombre ciego

Ese hombre huido de la tierra
ya no tiene tiempo.
Alguien le tizó dos puntos donde encendían sus fanales.
Cuando niño todavía,
sobreviviente de la turba en tierras húmedas,
luego extinto como un grito de sueño
que no se asoma y grita
que no se asoma.
 
¡Ay de los vencidos! Tierra mía,
de los otros sin rostro.
Y si le doy mi corazón ¿Qué haría?
 
Temo del grito negro en el barranco mudo,
hombre sin ojos ni tiempo,
venido de otros mundos sin sol,
torcido con otro más umbrío,
otro más retorcido.
 
Si a sus pies el vasto mar de astros
¡Ni pensar!
No porque en tu claro de luz subliman los bólidos,
sino otras infancias y vidas habilitadas para un destino.
Temo ser la luna asteroidal desaparecida.
Ni pensar.
 
Primero tú,  ante mis ojos,
abre los tuyos para verme,
Mírame ¡Suéltalos!
 
Donde el tiempo, otras páginas pasaron,
ante ti otro sol, otro mundo, otra tierra
Mírame ¡Suéltalos!
 
Es el instante de la buena noticia.
Aquí la moneda de oro reluciente en el suelo,
la aurora de fuego,
el fin de la guerra.
 
Y si te doy mi corazón ¿Qué harías?
 
Temo ser la explosión de la antorcha que mate toda luz,
luego en las sombras, ambos quedar ciegos.
Primero tú
¡Mírame primero!
Luego,
no importa.
 
 
 
Andrea Rojas Alfaro

sábado, 18 de abril de 2015

Mi sumisión



Que yo dijera, 
que somos mudos,
como si mudos les tuvieran,
en el pedregal lanzados a enfrentarse.
Qué más da, sin hacer más.
Viviendo en filas sin acabar,
interminables,
rayadas por la mano de la huella.

¿Que yo dijera?
¡Si somos mudos!
Moviéndonos a rempujones
y sin el empellón, varados mudos quedar.
Lejos de sentir ya el brazo de la sujeción,
como si mudos nos tuvieran desde siempre,
o nacieran acaso, mudos todos los hombres.
¿Quién dijo, ellos? 
¿Como si mudos les tuvieran?
¡Despierta!
Lo diría yo,
o quiero, si pudiera.




Andrea R.A.