miércoles, 22 de abril de 2015

El Descaecimiento

Algunas veces pierdo el rejo.
Perdemos,
el canto desenfrenado.
No me animan los trofeos
ni botines laureados,
ni retumban en mí las ansias,
ni te veo,
ni te llamo
ni las masas mueven mis pasos.
 
Alegrías y malcontentos del pasado
ya no alimentan mis días sin sustancia,
los dejé caer atrás en la marcha
que renombré; “calvario”
 
Ánimo ha perdido
el sueño esperanzador y esperanzado.
Y les digo;
“Algunas pierdo el rejo
como mártir acribillado”.
 
“Fuerza;
dame tus palabras vibrantes
tu erario de poesía.
Donde el testimoniero plantó una duda
planta tú mil garantías,
cuando mi infortunado abandone la lucha
re-estremece mi vida”
 
Algunas veces pierdo el rejo.
Perdemos.
A las secuelas del ir y venir nos entregamos.
Algunas veces voy y regreso
por las escalas del descalabro,
piso en falso el derrocadero
huérfano del aliento de tus labios.
Me dijeron;
“Amada, has perdido a tu amado”.
No veas el alud de mi todo
desasido cuesta abajo,
mi vivir áspero,
mi espíritu desvanecido.
 
Algunas veces pierdo el rejo.
Perdemos,
el canto desenfrenado,
“el grito”
el desgarrado frenesí convicto.
 
¡Oh fuerza!
Estrella en mí tu erario de poesía
y el desagravio
y afina todas mis melodías.
Vuelve con la intensificación de todo mi ser
penetrante, vivo y extremado.
Hoy digo adiós al infortunado.
Re-estremece mi vida.
 
 
Andrea Rojas Alfaro

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